Ciencia y Tecnología.
Gabriel González Jiménez Lic. En Educación Secundaria con especialidad en BiologÃa
El conocimiento de los hijos
"Nuestra madurez es fruto de lo que hemos recibido en la adolescencia."
​
José Gnecco Laborde.
​
El conocimiento de mi hijo
Comencemos con una actividad:
​
01
02

observemos​
Lee el siguiente documento para que lo comentemos en el foro
Observen como nuestros hijos son seres extraordinariamente complejos con factores externos que influyen su comportamiento
​
03
Actividad​
04
opina​, comenta lo que consideres importante sobre este tema
En mi adolescencia comprendÃa muy poco el arte de manejar las emociones no "deseadas" excepto conquistándolas. A menudo identificaba la capacidad de negar y rechazar con la "fortaleza".
Recuerdo mis sentimientos de soledad, en ocasiones muy dolorosos, y de deseo de alguien con quien poder compartir ideas, intereses y sentimientos. A los dieciséis años acepté la idea de que la soledad era una debilidad y el deseo de intimidad con otra persona representaba un fracaso de la independencia.
Esta idea no la tenÃa siempre, sino parte del tiempo, y cuando me venÃa a la mente no tenÃa respuesta al dolor, excepto poner en tensión mi cuerpo contra ella, limitar mi respiración, hacerme reproches a mà mismo y buscar distracciones. Intentaba convencerme a mà mismo de que no me importaba. De hecho, me recluà en la alienación como algo virtuoso.
No daba muchas oportunidades a la gente. Me sentÃa diferente a todos y veÃa que esta diferencia era un abismo entre nosotros. Me decÃa a mà mismo que tenÃa mis ideas y mis libros, y que con eso era suficiente o debÃa serlo si confiaba lo suficiente en mÃ.
Si hubiese aceptado el carácter natural de mi deseo de contacto humano, habrÃa buscado puentes de entendimiento entre los demás y yo.
Si me hubiese permitido sentir plenamente el dolor de mi aislamiento, sin reprochármelo, habrÃa hecho amigos de ambos sexos; habrÃa apreciado el interés y benevolencia que a menudo se me ofrecÃa.
Si me hubiese dado la libertad de atravesar las etapas normales del desarrollo adolescente y salir de la prisión de mi aislamiento, no me habrÃa preparado para un matrimonio desafortunado. No habrÃa sido tan vulnerable a la primera muchacha que parecÃa compartir verdaderamente mis intereses.
Sin duda existÃan "razones" que explicaban mis áreas de no aceptación de mà mismo, pero eso no importa ahora. Lo que sentÃa, era lo que sentÃa, tanto si lo aceptaba o no.
En algún lugar de mi mente, sabÃa que estaba condenando y rechazando una parte de mà mismo, la parte que deseaba compañÃa de otras personas. Estaba en una relación de rechazo a una parte de quien yo era. Por muchas otras áreas de confianza y felicidad que pude disfrutar, me estaba infligiendo una herida a mi autoestima.
Cuando más tarde aprendà a recuperar las partes de mà mismo negadas, aumentó mi autoestima.
Autor: Nathaniel Branden